LA BOMBA QUE EXPLOTÓ LA CUADRA

Fotos (public domain): https://www.freepik.es/fotos/ - www.freepik.es 


Voy a narrar algo que nos pasó alguna vez a todos o si querés salir ileso: “al amigo de tu amigo”. Hernán Salinas, mi vecino, salió muy tranquilo a pintar los caballetes de un marrón ocre para lo que sería su nueva mesa de home - office.   

 

Salió muy tranquilo y campante con su ropa de pintar que eran dos chinelas de corazones abiertas tipo ojota y un vestido azul floreado que su mujer usaba para pintar. Preparó la pintura, enfiló las patas, y dio la primer mano cuando de pronto, tres varones de entre 9 y 11 años comenzaron a mirar de reojo, giraron los tres las cabezas casi al mismo tiempo, bajando la velocidad de las bicicletas de fórmula 1, pasando por turismo carretera para concluir en velocidad crucero.  


 Hernán puso la radio y siguió absorto en su tarea. Estaba tan concentrado que en ningún momento pensó que lo miraban los tres horrorizados.  “- ¡Buenísimo! ¡ahora le paso la segunda mano en menos que canta un gallo! - dijo Hernán para si mismo. Mientrras los tres púberes iban y venían de una esquina a la otra por toda la cuadra, rumeando. Hernán pintaba sonriente al ritmo de la Mona Giménez con una alegría que se la pisaba.  

 

Lo mejor vino cuando el más chico de los tres tomó coraje, frenó la bici en seco, la arrojó al piso, respiró hondo y se cruzó para hablar con Hernán que seguía cantando al ritmo de Sabroso.

 

- Disculpe señor, ¿es éste su gato? - le dijo con un hilo de voz entre cortado.

- Hola, pibe, no, mi gata está por allá... ¿ves? - dijo mientras estiraba el brazo del pincel mostrándole la gata que dormía como un lirón.

- ¡No es! 

- ¿Qué dijiste nene, disculpá? - preguntó Hernán de buena onda.

- ¡Nada señor! ¡NADA! ¡chau! - salió repitiendo entre dientes “no es” tratando de creérselo como quien cree en los extra terrestres.

 

Hernán lo miró sin entender mucho y siguió pintando hasta terminar. Preparó café y unos regios tostados de jamón y queso. Se puso a ver la tele y se relajó mientras afuera unos seis varoncitos de entre 6, 8, 9 y 11 años montaban guardia en la cuneta de la casa de Hernán con linternas y binoculares. Hernán en esta ocasión, estaba viendo un episodio de Friends con los auriculares, y como es de suponerse, no prestó atención a la bomba que se había armado afuera. Simplemente reía a carcajadas.

 

- ¡Pero chicos en serio les digo! El hombre tenía chinelas de nena como las que usa mi hermana o mi primita y un vestido largo!

- ¡Vinimos a verlo! ¿¡Dónde está!? - dijo el más musculoso de los seis.

- ¡Lo vi acá chicos en serio! Vengan al fondo que les muestro... 

- ¡No! Voy yo por si nos quiere atacar ... gritó el musculito. 

 

Enfiló derecho sacando pecho y conteniendo el aire en señal de supremacía masculina. En el fondo había un tacho de pintura cerrado, un pincel en una lata pero del fenómeno de circo... nada. El machito instintivamente enfureció. ¡El largartija le había tomado el pelo a él! Volvió a la vereda hecho una furia...

 

- Largatija ahí no hay nadie, solamente mugre. ¡Mentiroso! - gritó burlándose con el placer que tienen los brabucones.

- ¡Largartija, miente como su primita! ¡Nena mentirosa! - dijo otro imitando la voz aguda de una nena.  

 

El lagartija le embocó un buen gancho. Para algo tenían que servir las clases de boxeo con su hermano de la secundaria. Se armó un revuelo de golpes. Hernán iba por la sinopsis de Game of Thrones (que tanto le había recomendado su mujer) con la sonrisa de quien descubre un tesoro sin percatarse de la bomba que explotaba, mientras un vecino separaba a los chicos y les ordenaba que volvieran cada uno a su casa - no fuera cosa que encima se largaran a llorar éstos - pensó el vecino líder de la cuadra. Cerró la puerta cuando los vio alejarse un poco más tranquilos.

 

Hernán tenía parte de la madrugada para ver los primeros episodios de la serie recomendada. Esa noche, su mujer se había reunido con las chicas de pilates e iba llegar tarde. - ¡Qué bueno fue pintar los caballetes! ¡Mañana será otro día! - pensó contento Hernán mientras calentaba empanadas en el micro honda y abría una botella de tinto al mismo tiempo. El corcho saltó haciendo su milagroso ruido. ¡Salud!

 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

ÁRBOL DE NAVIDAD

RODRIGO MIGUEL QUINTERO

RUMBEANDO (mención honrosa cuento)